La agroecología constituye un paradigma superador en términos productivos, filosóficos y espirituales, y es clave para que nuestros pueblos alcancen su soberanía tanto alimentaria como política.
Porque la Agroecología, entre otras cosas:
- Mejora la fertilidad de los suelos y recupera la calidad de la tierra.
- Reduce los costos de producción.
- Aumenta el empleo, el arraigo rural y la vida en el campo.
- Protege los bienes comunes naturales (agua, aire, suelo) y a los demás seres con los que compartimos nuestra casa común.
- Reduce el uso de plaguicidas.
- Permite producir alimentos de un perfil nutricional superior y fortalecer la salud de la población.
- Genera rendimientos iguales o superiores al modelo convencional.
- Reduce o elimina la creciente conflictividad social derivada del uso de los plaguicidas.
- Contribuye a la mitigación y adaptación al cambio climático.
Esta es la utopía que decidimos caminar.
Como dijo Fernando Birri, y popularizó Eduardo Galeano: "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".
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Con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll.